lunes, 26 de septiembre de 2011

Confía y cree en el Señor

  • “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” (Mt 11:28-30)
¿Cuantas veces hemos atravesado situaciones difíciles? ¿Cuántas veces nos hemos visto atrapados y sin salida? ¿Cuántas veces hemos sentidos el agua al cuello? Es curioso pero en esos momentos es cuando más fácilmente exclamamos ¡Dios mío, ayúdame! Pareciera que el ser humano se acuerdas de acudir a Dios solamente cuando las condiciones les son adversas.

Sin embargo, el Señor nos hace entender por medio de su Palabra que más que acudir a su persona cuando estamos en angustia, Él quiere que reposemos confiados en sus manos de amor y de paz. Busca que confiemos plenamente en Él y quiere despojarnos del yugo que nos oprime, que nos angustia, que nos esclaviza y que nos aparta de Dios.

Veamos un ejemplo claro de lo que quiere el Señor de nosotros cuando dice “Venid a mí…”.

  • "Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar... Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban. Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote. (Marcos 5:21, 24-34)

Estos versículos de la Palabra nos relatan la manera en que una mujer que padecía de flujo de sangre se atrevió a:

1.- Acercarse a Jesús luchando contra la sociedad

Para aquel tiempo el trato que se daba a personas como esta mujer era de exclusión por considerarles inmundos. Ella debía vivir apartada de la comunidad y cuando tenía que pasar por lugares públicos era necesario que gritara: ¡¡Inmunda, Inmunda!! a fin de que las personas se apartaran y no la tocaran pues esto les hacía inmundos también. 

Era por tanto una existencia miserable y en humillación. Las personas le trataban con desprecio por su condición de inmunda. Aun así decidió acercarse al Señor pues sabía que en él hallaría lo que buscaba.

2.- Colocar sus cargas en el Señor 

Tomó la firme determinación de ir hasta ese lugar y dejar reposar sus cargas, su aflicción y su pena en el Señor pues con toda su vergüenza se escabulló entre la multitud para tocar a Jesús y de esta manera poder reposar de su lucha.

3.- Creer

Dice la Palabra que esta mujer decía: "Si tocare tan solamente su manto, seré salva". Puso su fe y su esperanza en el maestro. Creyó en su corazón que Jesús era quien decía ser, el Hijo de Dios, por tanto, Dios hecho hombre. Un detalle curioso en este relato Bíblico es que ella NO pensó que sería sana, ella buscaba un reposo aun mayor que este. Ella anhelaba la salvación y creyó que en Jesús la hallaría.

Cuando nos acercamos al Señor Jesús podemos recibir más de lo que buscamos. Esta  mujer se acercó creyendo y buscando ser salva, pero al momento de tocar al Señor fue purificada, fue transformada, se le dio la sanidad física pero luego el Señor, haciendo cumplir Su Palabra, le salvó gracias a la fe que atesoró en su corazón. 

Hay dos detalles importantes a tomar en consideración. 

El primero es:

"había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor"

Ella buscó la solución a su situación por muchos medios. Puedo imaginarla acudiendo a los adivinos, curanderos, hechiceros, etc., desesperada por tantos años de padecimiento pero no pudo hallar lo que buscaba. 

Igual es en la actualidad cuando vemos a miles en el ocultismo, la hechicería, la santería, en credos y religiones paganas, etc., buscando satisfacer sus necesidades más elementales como salud, economía, familia, amor; pero no logran llenar el vacío que hay en sus vidas y que solo puede ser cubierto por Dios a través de Jesucristo.

El segundo es:
"Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad"

Ella testificó públicamente lo que había recibido. Sanidad y luego salvación. Hoy en día muchos se esconden y no son capaces de reconocer lo que Dios ha hecho en sus vidas. El testificar es esencial pues por el testimonio de uno solo muchos son despojados del yugo del pecado y de tantas otras cosas que atan sus vidas. Por un testimonio miles pueden hallar el amor de Dios, la sanidad en sus vidas y la Salvación de sus almas.

Esta mujer fue despojada del yugo de la enfermedad que la mantenía apartada de la sociedad, excluida y rechazada y fue despojada también del yugo del pecado pues para ser salva ella debía ser perdonada por el Señor primero. 

Es necesario entender que todos los seres humanos nacemos bajo el yugo del pecado y esto nos separa de Dios.

  • "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios." (Romanos 3:23)

  • "Porque la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23)


El hombre no puede salvarse a si mismo, le es imposible, pero Dios envió a Jesucristo para proveernos el camino para acercarnos a Él

  • "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8).

  • Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6).


Si Cristo es el único camino al Padre y a la Salvación, ¿Qué debemos hacer?, la respuesta es sencilla, debemos acercarnos a Él. ¿Cómo?

  • "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios." (Juan 1:12)

  • "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." (Efesios 2:8-9)
No se trata de hacer buenas obras sino de fe. Recibimos a Cristo Mediante Una Invitación Personal, Cristo dice:
  • "He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en él" (Apocalipsis 3:20).

 Hoy te invito a reflexionar en ello y a que tomes la decisión más determinante de tu vida, una decisión que es crucial por medio de la cual definirás donde has de pasar el resto de la eternidad.

Si estas palabras hoy han tocado tu vida y tu corazón te invito a que hagas una simple pero sincera oración como la que sigue pero con tus propias palabras y con sinceridad en tu corazón:

Señor Jesús, reconozco delante de ti que soy un pecador y que no merezco el sacrificio que hiciste por mi en la cruz del calvario. Sin embargo hoy me acerco a ti para declarar que creo firmemente que tu eres el Hijo de Dios, que diste tu propia vida para limpiarme de mis pecados, que fuiste sepultado y que al tercer día fuiste levantado de entre los muertos por Dios Padre y que hoy estas sentado a su diestra. Te pido que me perdones y que inscribas mi nombre en el libro de la vida y que no lo borres jamás. Lo pido en tu Santo Nombre. Amen.

Si has hecho esta oración te digo que hoy hay fiesta en los cielos por causa tuya. Acércate a una Iglesia Cristiana Evangélica donde se predique al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y donde la Biblia sea la única y verdadera guía. Si lo has hecho te invito a que comentes este post para estar orando por ti.

Bendiciones

Wilmer Méndez (22/09/11)

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